miércoles, 9 de mayo de 2012

Uruguay: Prostitución infantil en la Ciudad Vieja


Prostitución infantil en la Ciudad Vieja
INAU detecta situaciones irregulares en locales dirigidos a marineros extranjeros
El Inau tiene identificados varios puntos de la Ciudad Vieja donde hay explotación sexual de niños y adolescentes, incluso manejados por redes constituidas. Por pasar varios días con un marinero, las jóvenes llegan a cobrar hasta 2.500 euros.
La Ciudad Vieja no es la única zona de Montevideo donde existe explotación sexual de niños y adolescentes, de hecho fuentes de Crimen Organizado dijeron a El País que el problema está extendido en la ciudad. Sin embargo, para el Inau así como para otros operadores que trabajan con niños y adolescentes, la Ciudad Vieja es una zona que genera “vulnerabilidad” por su cercanía al puerto.
Durante décadas la zona conocida como “el bajo” tenía su corazón a lo largo de la calle Juan Carlos Gómez, donde se apilaban “boites” dedicadas a la prostitución y frecuentadas por trabajadores de las embarcaciones atracadas en el Puerto.
La Ciudad Vieja ha cambiado y hoy en ese barrio funcionan, desde hace varios años, whiskerías-karaoke destinadas exclusivamente a marineros asiáticos, en su mayoría coreanos, chinos y vietnamitas. Son lugares donde la música se escucha a alto volumen y se toman decenas de litros de al- cohol. Quienes atienden, en general, son chicas jóvenes a quienes en la interna se les llama “coperas”. Su función es hacer tomar alcohol a los clientes, pero también se prostituyen, en varios locales les alquilan las habitaciones.
En uno de estos lugares una chica comentó a inspectores del Inau que en ocasiones tienen clientes fijos. Suelen ser hombres de rango jerárquico en los barcos y están con ellas varios días. Por ofrecer su compañía, que incluye servicios sexuales, han llegado a cobrar 2.500 euros.
Según información del Inau, en los últimos años ha bajado la edad de las chicas que trabajan en whiskerías-karaoke y difícilmente se encuentre a mayores de 25 años. En algunos de estos locales el Inau ha encontrado menores de edad trabajando y se sospecha que en algunos casos las cédulas de identidad están alteradas.
En la zona la prostitución no tiene género y aunque es más difícil de detectar, la masculina también existe, según comentó a El País la directora de la escuelita del Inau de Ciudad Vieja, Nahir Ramos. El centro es el primero del programa Calle y trabaja con niños y adolescentes de cuatro a 17 años que viven en la zona, son muy pobres, y realizan distintas actividades en la vía pública.
Ramos reconoció que la explotación sexual de niños y adolescentes es uno de los temas que más preocupa al centro. “Son situaciones muy difíciles de detectar porque no son tan visibles, hay mucho silencio. Además, se suele poner el ojo en los adolescentes y no en quienes demandan ese servicio, que son en definitiva quienes promueven la actividad”, dijo.
Cuando en el centro se detecta una situación de explotación o se recibe alguna denuncia se le informa al directorio del Inau. Este decide qué hacer con el caso y además está en contacto directo con el Ministerio del Interior y Crimen Organizado, a quienes les corresponde investigar.
Trabajadores portuarios consultados por El País, en tanto, señalan además de las whis-kerías-karaoke a varios lugares “tapados” bajo la fachada de otros negocios donde además de prostitución hay salones de juego.
CONSUMIDORES. Los hombres consumidores de sexo pago ven a la prostitución en general como un fenómeno social que radica en las necesidades económicas de las mujeres que la practican. No se sienten responsables por su existencia y no condenan a los hombres que mantienen relaciones sexuales con adolescentes, aunque sí a aquellos que lo hacen con niños.
Esta es una de las conclusiones del libro Consumidores de Sexo, una investigación realizada por la Red Uruguaya de Autonomías (RUDA), que se presentará mañana en el Ministerio de Turismo y Deportes.
Para la publicación fueron consultados varios consumidores de sexo pago que mantienen regularmente relaciones sexuales con jóvenes.
“Hay mujeres que tienen 12 años y no lo aparentan. Aparentan 18 o 19, ese es el gran tema”, comentó Mario (38) que es transportista. Pedro (50), obrero de la construcción, dijo que por “los cuerpos que tienen y el desarrollo las gurisas de ahora ya son mujeres a los 13 años”.
Entre las excusas que mencionan, dicen que la prostitución y trata de menores ocurre frecuentemente en los mismos lugares que el comercio sexual de adultos y que es imposible saber si son menores. De todas maneras, reconocen que tampoco hay un interés por determinarlo ya que, en general, buscan “carne tierna”.
En el libro, un entrevistado identifico un lugar donde de las diez mujeres que trabajan, ocho son menores, un dato que se comprobó en una recorrida realizada con personal del Inau. Además, en whiskerías se detectaron hombres que ocupaban altos cargos de gobierno, hombres importantes del mundo de las finanzas y otros cuya apariencia denotaba un alto status social.
El libro relata que los taxistas son muchas veces facilitadores de encuentros de prostitución infantil y recoge varios testimonios. “Ella es una negrita flaquita. La ves y no tiene nada (…) Yo le doy entre 10 y 11 años. Y changa. Hay un veterano que tiene más de 60 años que la va a buscar. En mi taxi la va a buscar y la lleva a cualquier hotel (…) entran y no hay drama”, comentó Ricardo, quien no identificó zonas. Para justificarse, el taxista agregó: “son viajes de dos gambas, ¿entendés?, o de tres gambas. A esa hora no es fácil y yo tengo que comer”.
Susana Rostagnol, que estuvo a cargo de la investigación, afirmó que aunque los consumidores no lo acepten, la explotación sexual de niños y adolescentes es fruto de la demanda, y es allí donde hay que “atacar”.
Con el foco en la demanda
El libro “Consumidores de sexo” se basó en la observación en casas de masajes, whiskerías, discotecas, prostíbulos y locales de karaoke. Se realizaron entrevistas y grupos focales con profesores de secundaria, trabajadores de la construcción, taxistas, homosexuales activistas, estudiantes universitarios, guardas de ómnibus, profesionales y marineros.

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