Quién sabe dónde estaríamos nosotras sin nuestra Madre María. ¿Dónde estaríamos si a nuestra Madre no se la hubiera dejado nacer? Cada niña es un precioso regalo. Ella nace a imagen y semejanza de Dios, igual en dignidad a un niño. Sin embargo, vivimos en una cultura donde se prefiere a los hijos varones en menoscabo de las hijas mujeres. Eliminación, discriminación y otras atrocidades infligidas a las niñas deben ser condenadas ya que tales crímenes desfiguran la imagen y semejanza de Dios en las personas humanas. Empoderar a las niñas y reconocer sus potenciales producirá cambios en el mundo. En estos momentos de oración recordamos a todos esos millones de niñas desaparecidas, o las que fueron asesinadas antes y después de su nacimiento. Demos gracias a Dios por cada niña en nuestras familias, en nuestros barrios, en nuestras parroquias e instituciones y en la sociedad.
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